domingo, 24 de abril de 2011

EL PERIODISMO, UN POCO MÁS MUERTO

Estoy sitiado en Misrata. Fuego indiscriminado de las fuerzas de Gadafi. Ni rastro de la OTAN". Ese fue el úlimo tweet del fotógrafo Tim Hetherington muerto ayer por un morterazo. "La guerra es traumática, pero hay muchas cosas traumáticas en la vida, un accidente de tráfico, una separación que te haga perder a un hijo", decía en una entrevista para la BBC cuando le preguntaban por el coraje que requería su profesión.
Sólo los grandes saben restar importancia a su trabajo porque no lo hacen para que hablemos de ellos sino por que les sale de dentro, porque es una necesidad.
En estos tiempos de tanta gilipollez periodística, de tanta frivolidad, de tanto absurdo reciclado en contenido informativo, me recorre un escalofrío cada vez que un periodista muere en el frente de batalla.
Hetherington fue codirector de Restrepo, el documental ganador de Sundance en 2010 y nominado al Oscar, sobre la misión de los soldados norteamericanos en Afganistán.
Grabó cámara al hombro, sin trípode y con poco presupuesto. "Quería entender la experiencia de hombres jóvenes en la batalla", explicó en su momento.
Entender es un concepto de capa caída en el periodismo, sobre todo en televisión. No interesa entender. Interesa impactar. Interesa vender.
Ayer miércoles, el día de la muerte de Hetherington no íbamos a hablar de Libia en el informativo de las ocho. Cuando nos enteramos de que había muerto un periodista blanco. uno de los nuestros, cambiamos de opinión y decidimos dedicarle al tema veinte segundos de imágenes y unas líneas de texto.
Veinte segundos para quien se ha dejado la vida por explicar experiencias que no podríamos entender de otra manera. Descanse en paz.

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