martes, 10 de mayo de 2011

ELIJA SEÑORA, PELUCA O JIYAB

Mujer ultraortodoxa judía acicalando su peluca
Hemos logrado convertirnos en auténticos expertos en cada uno de los trozos de tela que someten (habrá quien piense que no) a la mujer en la cultura islámica. Nos los sabemos de memoria. Está el jiyab, el niqab, el chador y el burka o velo integral, la madre de todas las prendas opresoras. 
¿Pero qué me dicen de la ingeniosa idea que han tenido las mujeres ultraortodoxas? Ellas sí que se lo han montado bien. Puestas a tener que cubrise la cabeza, debieron pensar, ¿qué mejor que una peluca que dé el pego? 
Y eso hacen todas: ponerse pelucas. Hasta el punto de que en un almacén de pelo natural, en Madrid, me confesaron que sus mejores clientes pertenecían a la comunidad ultraortodoxa israelí.
Me parece un subterfugio de lo más ingenioso porque al fin y al cabo cumples con tu obligación y encima puedes estar hasta favorecida.
Piensen en que las habrá con cuatro pelos y que, las muy pillas, elijan pelucas bien nutridas, aunque creo que las de cabello rizado están mal vistas por ser demasiado llamativas. No vaya a ser que el rabino ponga el grito en el cielo.
Con poco más pueden presumir porque tanto judías como musulmanas, si son piadosas, no deben enseñar más carne que la de sus manos y su rostro. Ya sabemos que muchas, ni eso.
¿A cuento de qué viene todo esto? Parece ser que el lunes, según Menéame, una de las noticias más leídas en twitter fue la del photoshop discriminatorio aplicado por un periódico judío ultraortodoxo. Seguro que ya han visto cuál fue su peculiar interpretación de una reciente imagen que pasará a la historia: la de los rostros del Gobierno de Obama en la "Situation Room" siguiendo la caza de Bin Laden.
Fotografía publicada en Der Tzitung que elimina a Hillary Clinton y a Audrey Tomason
Fotografía difundida por la Casa Blanca
¿Qué les parece? Por el morro se ha eliminado de la escena a las dos mujeres presentes en la habitación. Según la visión ultrareligiosa de la realidad, allí sólo había hombres. Con lo que dió de sí la imagen de Hillary llevándose la mano a la boca. Ni siquiera se han molestado en disimular los huecos dejados por la Secretaria de Estado norteamericana y por Audrey Tomason, responsable de la lucha antiterrorista. 
Encima de lo que nos ha costado a las mujeres llegar hasta la cúpula del poder, van los ultraortodoxos y nos eliminan de un plumazo, o mejor dicho, a golpe de photoshop.
La cosa sería anecdótica si se limitara a censurar la presencia de Clinton. Pero el asunto tiene más miga. En ese periódico jamás se publican fotos de mujeres. Es como si el género femenino no formara parte de la realidad. ¿Y saben  cuál es la explicación? Sus editores consideran que las imágenes son "sexualmente sugerentes". Inducen al pecado.
Lo mejor de todo es que, según parece, las mujeres son el pilar fundamental de la comunidad ultraortodoxa judía. Son las que salen a trabajar mientras ellos se dedican a las cosas del espíritu. 
Se acepta que ganen los cuartos. Que salgan en la prensa ya es otra cosa. Elija señora, peluca o jiyab.

2 comentarios:

  1. Muy bueno lo de las pelucas, aunque falla en lo esencial, no? Quiero decir, que si el fin de no enseñar el pelo es no despertar deseo, no mostrarse, no insinuar... con la peluca puede suceder lo contrario. Me recuerda la vigilia de la cuaresma ortodoxa. La hace mucha gente en Grecia, y en teoría no se puede comer ningún alimento de origen animal (carne, pescado, huevos, leche, queso, etc...). Sin embargo, hoy en día se puede comprar de todo con la etiqueta "apto para vigilia". ¿Dónde quedó entonces el sacrificio? Un alivio ver estas contradicciones.

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  2. Cuando vivía en Williamsburg, en Brooklyn, hoy epicentro del hipsterismo mundial, solía ir a la piscina del barrio -habitado entre otros por hasídicos, de lo mas ultraortodoxos de la ultraortodoxia judía-. Había unas horas dedicadas expresamente a las mujeres. No podía haber hombres en la piscina. Y en los vestuarios la escena que se repetía era decenas de pelucas colgadas de las perchas. Por no hablar de las indescriptibles sotanas que les hacen vestir. Y del pudor absoluto incluso entre ellas. Quitarse y ponerse la ropa -y la peluca- era una odisea interminable. Traté de hablar con ellas varias veces, que me explicaran. Era como si se les acercara satanás. Los ultraortodoxos son como talibanes, pero tienen mucho dinero así que nadie se mete con ellos. Esa es la realidad. En concreto en Williamsburg son los propietarios de la mayoría de los edificios. Y también los que más se ven en la calle de los diamantes.
    En fin, un beso, no sabía que tenías un blog. Me gusta!!
    Barbara

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