jueves, 23 de junio de 2011

LA REBELIÓN DEL QUESO

Una mujer israelí rodeada de productos lácteos en un supermercado

Los israelíes andan estos días indignados. Sí, igual que nosotros en la otra orilla del mediterráneo, pero por una causa muy diferente. Motivos para el estrés no les faltan: Hamas y Al Fatah acaban de firmar la paz; los estrategas palestinos estudian declarar la independencia el próximo septiembre en la ONU y por si esto fuera poco, una segunda flotilla de la libertad está a punto de zarpar rumbo a Gaza, con lo desastroso que resultó el año pasado el asalto al Mavi Marmara, con nueve ciudadanos turcos asesinados, para la imagen del país.
Pero no crean que son estas cuestiones geoestratégicas las que provocan el enfado de los hijos de Israel. No. Lo que les quita el sueño a los ciudadanos es el queso cottage, o mejor dicho, los elevados precios de este alimento básico en la dieta de todo israelí que se precie. Según parece, habrían aumentado más de un 5% mientras que los salarios, para variar, allí también se han estancado.
Los hebreos están indignados hasta tal punto, que ellos también han comenzado una rebelión, la rebelión de queso.
Al más puro estilo de las revuletas árabes, la suya, también se ha organizado a través de las redes sociales. Facebook ha servido de plataforma para organizar la estrategia en forma de boicot al queso cottage. Y en pocos días, la iniciativa ha logrado más de 70.000 seguidores. Todos están dispuestos a dejar de comprar este alimento para obligar a los productores a bajar los precios.
El asunto abre prácticamente todos los informativos esta semana y los analistas políticos andan despistados. ¿Por qué no se preocupan los ciudadanos de las cuestiones realmente relevantes?, se preguntan.
Algunos, como el profesor de ciencias políticas, Gadi Wolfsfeld, creen tener la respuesta. "Los israelíes no se agobian por algo que puede ocurrir en septiembre, como es la declaración del Estado palestino. La violencia les ha obligado a pensar en el día a día. Por eso lo que les preocupa es el precio de los alimentos y no una cuestión mucho más trascendental a largo plazo, pero que tiene poco impacto en el presente más inmediato", asegura Wolfsfeld. 
Da la impresión de que los israelíes se han hartado de tener miedo. Miedo a la amenaza palestina. Miedo a la amenaza iraní. Miedo, en definitiva, a realidades invisibles. Por eso, cuando les han tocado el bolsillo han dicho basta. Como al resto de los mortales, por encima de todo, a ellos también les afecta el coste de la vida. Y se han lanzado a la rebelión contra los precios del cottage.
Ya ven, en estos momentos el queso es asunto de Estado, por delante incluso de la eterna cuestión palestina. Precisamente por eso, porque es eterna.

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